Para entender por qué huele mal un aire acondicionado, debemos entender el funcionamiento básico de una unidad estándar: el aparato recoge el aire de la estancia, que se enfría al entrar en contacto con unos tubos muy fríos, y que vuelve a ser expulsado a la habitación mediante un ventilador interno. En la inmensa mayoría […]
Para entender por qué huele mal un aire acondicionado, debemos entender el funcionamiento básico de una unidad estándar: el aparato recoge el aire de la estancia, que se enfría al entrar en contacto con unos tubos muy fríos, y que vuelve a ser expulsado a la habitación mediante un ventilador interno.
En la inmensa mayoría de ocasiones, el problema no es que el aire acondicionado esté roto. Las dos posibilidades principales son que el aire que viene de fuera ya tenga mal olor, o que haya un problema de mantenimiento que deteriore el aire que expulsa.
En el primer caso, no es raro que el aire (o parte del mismo) que absorbe el aire acondicionado ya huela mal, y al moverlo por la habitación este olor se intensifique. Si el aire con mal olor no proviene de la misma estancia, puede que se origine en un falso techo o en el desagüe al que va a parar el aire (si es que va a uno, y no a una garrafa).
Sin embargo, el caso más habitual es que el aparato no tenga un correcto mantenimiento y haya acabado ensuciándose. Todo aire acondicionado tiene unos filtros por los que pasa el aire que expulsan, y en los que se quedan micropartículas que hay en dicho aire. Si no los limpiamos periódicamente, además de hacer que el consumo energético suba, corremos el riesgo de que esa suciedad entre en la unidad interior, se humedezca con la humedad que hay dentro y acabe provocando malos olores.
Un acto tan sencillo como limpiar los filtros del aire una vez al año nos puede ahorrar un problema tan incómodo como el mal olor del aire acondicionado.